domingo, 4 de febrero de 2007

PASEOS POR MADRID (III)

Alrededor de la Puerta del Sol


Museo Municipal
Podemos iniciar este paseo visitando el Museo Municipal (metro Tribunal). Este edificio, construido en el siglo XVIII, era sede del hospicio fundado por la congregación del nombre de María. Su portada, de estilo churrigueresco, se debe a Pedro Rivera.
A continuación, podemos volver a tomar el metro hasta la estación de Sol o también ir andando, por la calle Fuencarral. Actualmente, es una de las calles con más comercio de Madrid.
Una vez en la Puerta del Sol, tomamos la calle Arenal. A la izquierda se encuentra la Iglesia de San Ginés. Esta iglesia, de origen mozárabe, se cree que fue construida con anterioridad a la dominación de los moros. Lo cierto es que ya existía en 1358 y que fue dedicada a San Ginés de Arlés. Este templo, por ruina, fue demolido hacia 1642 y levantado de nuevo gracias a la donación de un parroquiano. La nueva edificación fue inagurada en 1645. Tiene tres naves y capillas laterales. En 1824 sufrió un incendio que acabó con un cuadro situado en el altar mayor, obra de Francisco de Rizzi.
Por la calle de San Martín llegamos a la Plaza de las Descalzas, que debe su nombre al Convento de las Descalzas Reales que allí se ubica.
Este monasterio de religiosas franciscanas fue fundado por la princesa doña Juana, hija del emperador Carlos V, y construido en 1559 por el arquitecto Antonio Sillero sobre el solar que ocupaba un antiguo palacio.
Convento de las Descalzas Reales
La iglesia del convento, renovada en el siglo XIX por Diego Villanueva, conserva el altar mayor obra de Gaspar Becerra. El sepulcro de la fundadora se encuentra en una capilla de mármol y sobre el mismo se ve su estatua de rodillas, obra de Pompeyo Leoni.
Frente a este monasterio se encuentra la casa del Monte de Piedad, adquirida por la ciudad de Madrid, a principios del siglo XVII Fue donada en los primeros años del siglo XVIII a la obra iniciada por el padre Piquer.
Por la plaza de San Martín llegamos a la calle de las Hileras, hasta la plaza de Herradores y la calle Mayor.
Tomamos esta calle Mayor, a la derecha, hasta llegar a la calle San Nicolás, donde se encuentra la iglesia del mismo nombre.
La iglesia de San Nicolás es la más antigua de Madrid. La torre es del siglo XII; es un campanario de estilo mudejar, construido totalmente en ladrillo. La parte primitiva llega hasta el cuerpo de las campanas, zona ésta que pertenece a una reforma del siglo XVII. Cada una de las caras de la torre tiene tres arquerías de formas plenamente islámicas, con arquillos de dibujo diferente en cada piso, que descansan sobre columnas muy finas de mármol blanco.
En su interior, la nave central conserva la techumbre de madera, de tradición mudéjar. La cabecera de la iglesia es de estilo gótico, con bóveda de nervios. El ábside es poligonal; entre la capilla mayor y la nave central se abre un gran arco de herradura, típico de las iglesias mudéjares.Aquí fue bautizado Alonso de Ercilla y en su bóveda estuvo sepultado el arquitecto del Escorial Juan de Herrera.
La iglesia se ha reformado a lo largo de su historia en varias ocasiones. En el siglo XX, con motivo de una de estas restauraciones, se encontraron en el muro derecho de la capilla mayor varias labores de yeso, pertenecientes a dos estilos diferentes: los primeros mudéjares y los segundos, más tardíos, tipicamente platerescos, del siglo XVI.
Mercado de San Miguel
De frente, vemos el Mercado de San Miguel. Desde principios del siglo XIV ocupaba este solar la iglesia de San Miguel de los Octoes. Durante el incendio de la plaza Mayor de 1760, también se quemó esta iglesia, salvándose únicamente el tabernáculo de piedras finas y bronces, realizado en Roma. En la actualidad se encuentra colocado en la iglesia de San Justo y Pastor, que acogió también el título y la feligresía de la quemada.
Después del incendio no se realizó ninguna nueva construcción , quedando un solar denominado Plazuela de San Miguel, convertida posteriormente en mercado de comestibles.
Desde esta misma plaza podemos entrar en la Plaza Mayor. Su distribución actual procede de la reconstrucción realizada por Juan de Villanueva, a finales del sigloXVIII, tras el incendio de 1790, que arrasó el conjunto anterior.
El arquitecto cerró la plaza, creando grandes arcos de medio punto en la embocadura de las calles que confluían en la plaza, construyendo edificios encima. La altura de todos ellos se igualó con la de la Casa de la Panadería. Cambió la madera anterior por piedra, para evitar nuevos incendios y diseñó una fachada única para todo el conjunto.
La Casa de la Panadería, que se salvó del fuego en el incendio de 1790, fue construida en 1672, sobre el solar que había ocupado la anterior, que se quemó en un incendio en 1590.
La fachada, con bonitas torres y capiteles, fue pintada con frescos de José Jiménez Donoso, a finales del siglo XVIII. Reproducen mitologías y guirnaldas, así como bustos de escritores madrileños de la primera mitad de ese siglo.
Hasta hace poco tiempo albergó el Archivo Histórico de la Villa. Los techos de la escalera y diversos salones fueron pintados a medias por Claudio Coello y Donoso. En la actualidad sólo se conserva la bóveda del Salón Real, con una alegoría de Virtudes.
Esta casa debe su nombre a haber sido almacén de pan durante mucho tiempo.
La Casa de la Carnicería, situada al otro lado de la plaza, debe su nombre a haber sido almacén de carne. Fue acabada en 1631 y está integrada en el conjunto de Villanueva. En la actualidad, con su interior completamente restaurado, acoge dependencias de la Junta Municipal del distrito de Centro.
La estatua de Felipe III, procedente del palacete de la Casa de Campo, ocupa el centro de la plaza. Fue dibujada y vaciada en bronce por Juan de Bolonia, aunque la terminó Pietro Tacca. Estaba instalada sobre una monumental escalera con pedestal, obra de Sánchez Pescador.
Junto a esta plaza, saliendo por la calle Atocha, nos encontramos con el edificio del Ministerio de Asuntos Exteriores, que en origen fue Cárcel de Corte. Fue construido por Gómez de Mora, por mandato del rey Felipe IV. Sobre el modelo del palacio de Uceda se añadió un patio doble de columnas toscanas y arcos de medio punto, unidos e interrelacionados por una impresionante escalera central. Ambos patios comparten una grandiosa portada de piedra, de la misma altura del edificio: sus siete espacios le confieren aspecto de retablo, majestuoso y pétreo que destaca junto a los muros de ladrillo rojizo.
Tiene dos pisos, con tres huecos cada uno y un ático central, que ocupa un enorme escudo de Felipe IV, tallado por Sebastián Herrera Barnuevo. Sobre este escudo se encuentra una escultura del Ángel Custodio, de factura posterior.
En cuanto al interior del edificio, que estuvo dedicado a la administración de la justicia, lo conformaban los despachos correspondientes a los alcaldes de la Casa y Corte, que oficiaban como jueces.
La cárcel propiamente dicha ocupaba la parte trasera del edificio.
La última remodelación fue hecha por Pedro Muguruza, en los años posteriores a la Guerra Civil.
Volvemos a entrar a la Plaza Mayor, para salir por la misma puerta por la que accedimos en principio y, bajando por la calle Mayor, llegamos inmediatamente a la Plaza de la Villa, donde se encuentran el Ayuntamiento de Madrid, la Torre de los Lujanes y la Casa de Cisneros.
Casa de la Villa
La plaza de la Villa era antiguamente llamada de San Salvador, por existir allí una iglesia del mismo nombre, derribada en el siglo XIX. En una sala de esta iglesia, situada encima del pórtico, tuvieron lugar hasta el siglo XVII las reuniones del Concejo de la Villa.
Esta plaza fue “remodelada” por el rey Enrique IV; su proyecto pretendía concentrar en esta zona las principales funciones ciudadanas: gobierno municipal, mercado, festejos, etc.
La realidad es que, con la llegada de la Corte a nuestra ciudad, todas estas actividades se desarrollaron alrededor de la Plaza Mayor, quedando la de la Villa para las propias del Concejo.
El edificio más importante de esta plaza es la Casa de la Villa o Ayuntamiento. Se levantó sobre el solar que ocupaban las casas de Juan Acuña después de que el Consejo de Castilla lo autorizara en 1629. También se encontraba aquí la Alhondiga, que desde 1497 pasó a ser Cárcel de la Villa y vivienda del Corregidor
El proyecto se encargó al maestro mayor de la Villa, Juan Gómez de Mora, a partir de 1644. Consistía en un rectángulo alargado, con dos grandes y elegantes torres en los ángulos.
Las características arquitectónicas son las correspondientes a las del Madrid de los Austrias: muros de ladrillo visto, granito para los cimientos, dinteles, esquinas y cornisas. Los tejados y las torres están cubiertas por pizarra. Las fachadas están salpicadas de escudos.
El edificio tiene dos portadas dado que, en origen, tenía una doble función: de cárcel y Concejo. Su decoración se debe a José del Olmo y Teodoro Ardemans. Este último, también decoró el Patio de Cristales.
La distribución de las estancias se hace alrededor del mencionado patio, de donde parte también la escalera de Honor.
Posee bellos salones, destacando los de Goya, que fue Salón Real, y de Plenos, con una impresionante bóveda decorada por Antonio Palomino.
La capilla posee frescos del mismo autor. En la actualidad es un despacho, y está pendiente de ser restaurada.
En el centro de la plaza se encuentra el monumento a D. Avaro de Bazán, triunfador de Lepanto. La escultura es de Mariano Benlliure.
Cruzando la plaza llegamos a la calle Sacramento. A la derecha, podemos ver la Casa de Cisneros. Esta casa fue construida por D. Benito Jiménez, sobrino del Cardenal Cisneros, en la primera mitad del siglo XVI, en el lugar donde se encontraban con anterioridad las Carnicerías Viejas.
Casa de los Lujanes
Finalmente, podemos hablar de la Casa de los Lujanes. Está formada por dos edificaciones del siglo XV, mandadas construir por D. Alvaro de Luján. (en la torre de una de ellas se situó erróneamente la prisión del rey francés Francisco I).
Estos edificios constituyen una de las mejores muestras del estilo mudéjar. Están construidas en ladrillo, alternando con bandas horizontales de mampostería (mezcla de piedra de pedernal y argamasa). Las cornisas son de madera, material utilizado en la construcción madrileña hasta el siglo XIX. Dos de las puertas están hechas a base de un arco de herradura, típico de la arquitectura mudéjar. Sin embargo, la portada principal es típicamente castellana, con grandes dovelas de piedra y tres pequeños arcos en su borde superior. Está decorada con el escudo familiar, repetido tres veces.
Iglesia de San Pedro
Continuamos por la calle de San Justo, donde se encuentra la iglesia de San Justo y Pastor, hoy basílica pontificia de San Miguel, a la que hemos hecho referencia en párrafos anteriores. A la derecha tenemos la calle del Nuncio, por la que nos dirigimos a la iglesia de San Pedro. Lo más antiguo que queda de esta iglesia es el campanario, de mediados del siglo XIV. Es una típica torre mudéjar toledana, construida en ladrillo, con características románicas. Tiene ventanales de medio punto, alargados, en lo alto del campanario. Son de doble arco por cada lado de la torre, rematados por una fila de dientes de sierra. La cubierta de esta torre es de teja a cuatro aguas. En este campanario se encontraba en el medievo la “campana para conjurar los nublados”, que desapareció entre los siglos XVII y XVIII.
El resto de la iglesia que podemos ver en la actualidad pertenece a la época de los Austrias, aunque conservando en su conjunto su sabor medieval.
Por la calle de San Pedro llegamos a la Plaza de la Paja, la más popular y espaciosa del Madrid medieval. En este lugar depositaban los diezmos los campesinos de la zona, con destino al párroco de San Andrés. Al fondo de esta plaza se encuentra la iglesia de San Andrés, cuya construcción primitiva se remonta al siglo XIII, aunque ha sido muy modificada. En la Baja Edad Media fue considerada la principal iglesia de Madrid, quizá porque en su interior se conservaban los restos de San Isidro Labrador. En 1520 se construyó una gran capilla, unida a esta iglesia, para que sirviera de panteón a la familia Vargas, patronos del santo madrileño. Esta capilla, conocida como la Capilla del Obispo, fue terminada en 1535 y pertenece al gótico tardío español. Consta de una única nave, cubierta de grandes bóvedas de crucería, que conduce al presbiterio, cerrado por un ábside de cinco lados. Es estilo del retablo y de los sepulcros del obispo y de sus padres pertenece al Renacimiento, siendo obra de Francisco Giralte.
Iglesia de San Andrés
Al sur de la iglesia de San Andrés, con motivo de la canonización de San Isidro, se levantó la capilla de San Isidro, de estilo barroco, realizada en piedra y ladrillo, con una gran cúpula de pizarra sobre un tambor de ladrillo ornamentado con esculturas de santos españoles en piedra blanca. La cabecera de esta capilla da a la Plaza de los Carros, que debe su nombre al hecho de que solían dejar aquí sus carros los campesinos que venían a Madrid. Junto a esta plaza se encontraba la Puerta de Moros, levantada junto con una muralla por los cristianos en el siglo XII para delimitar la Morería. También se encuentra aquí el Museo de San Isidro, que acoge en su interior la historia de Madrid, desde el paleolítico hasta la época de los Austrias.
Por la plaza del Humilladero, situada junto a la anterior, y a continuación por la de la Cebada, llamada así porque desde su principio estuvo dedicada al comercio de granos, tocino y legumbres, llegamos a la calle de Toledo. A la izquierda, en la acera de enfrente, se encuentra la Catedral de San Isidro, sede episcopal de Madrid hasta la consagración de la Almudena.
Esta iglesia se construyó entre 1626 y 1651, siendo dirigidas las obras por el jesuita Francisco Bautista. El rey Carlos III dispuso dedicarla al patrón de Madrid, trasladando allí sus reliquias.
Sus bóvedas acogieron los restos de los héroes del 2 de mayo desde 1814 hasta 1841, fecha en que fueron trasladados al monumento levantado en el paseo del Prado.
Si coincide que es domingo el día en que realizamos el paseo, podemos terminarlo yendo por la calle Estudios hasta la plaza de Cascorro, inicio de la Rivera de Curtidores, donde se instala el Rastro todas las semanas.






El Rastro, nombre con el que originariamente se conocía todo el distrito, se denominaba así porque desde tiempos remotos estuvieron situados allí los mataderos y las tenerías o fábricas de curtidos. “Rastro” era el que dejaban los animales arrastrados desde el matadero a las carnicerías de la zona.

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